Escape silencioso             15 de marzo del 2025, Miguel James (yo), escapé del psiquiátrico, tuve éxito, siendo nombrado por todos “El ...

Fábrica de sueños y pesadillas

 



Escape silencioso

            15 de marzo del 2025, Miguel James (yo), escapé del psiquiátrico, tuve éxito, siendo nombrado por todos “El escape silencioso”, al escapar cambié mi nombre e hice todo para no ser reconocido por las personas, cambié mi forma de vestir, caminar y hablar ya que no quería volver a ese horrible lugar del que tanto me costó escapar.

            Ahora tengo una linda casa, familia con dos hijos, una niña llamada Paula y un niño llamado Cris, espero que ellos nunca se enteren de mi pasado y de quién fui.

            Actualmente han pasado más de 10 años desde que me escapé, me gustaría que todo lo que he contado sea real, pero la verdad es que al salir me atropelló un camión, colocando punto final a mi existencia en este universo.

Arianne Gómez.


 


 

Soy Miguel James, escribo esta carta para inspirar a quien no ha escuchado mi historia. Me escapé del manicomio, antes me veían borracho por las calles, ahora espero encerrado detrás de un espejo en una casa, con la esperanza de que me dejen de buscar.

            Veo a la pareja que vive acá y la llave sigue en aquella gaveta sola y oxidada. Antes me reía con la gente ahora solo me río con la pared.

            En otra carta te contaré lo que pasa.

Araia Dávila.



 

 

04/01/1996

Me reía mientras caminaba bajo la lluvia, aún con esa bata de color azul, —Son unos imbéciles”— Pensaba para mí mismo, esa oscura noche solo quería tomar hasta vomitar mi estómago, fumar hasta que el humo saliera de mis orejas. Entré a un bar cualquiera, esos donde probablemente las bebidas las hacen con orine de rata, me senté tranquilo, como si los doctores del psiquiátrico no me estuvieran buscando.

—Deme una cerveza— le dije al cantinero que me miró como si fuera un parásito.

Esa noche bebí hasta que me echaron. Hoy ya no recuerdo nada después de eso, creo que viví en las calles durante un tiempo o tal vez estuve dormido, solo sé que un humilde zapatero me dio un hogar, trabajo, comida, no soy millonario ni mucho menos tengo un buen trabajo, pero agradezco cada día que me dieran una segunda oportunidad.

Empiezo a olvidar, me niego a hacerlo por eso escribo esta carta para cuando ya no me quede nada más que el presente, recordar la etapa más importante.

Gladymar Peña.

 



15 de agosto de 3558

Escape nocturno

            Eran las 9:00pm, a comienzos de agosto el calor es insoportable y las paredes atosigan más a la locura y el juicio. Miguel tenía tiempo en el psiquiátrico y su estancia allí no le resultaba cómoda, metió en su bolso artículos de higiene personal, libros, chucherías y libretas de notas. Trepó el muro cubierto de hiedra, la distancia que lo separaba del suelo era de unos dos o tres metros, si no saltaba de forma adecuada todo el plan de fuga quedaría en un tobillo doblado y fractura de muñeca.

            Sin pensarlo mucho… saltó, cayendo sobre el pavimento húmedo lastimándose un poco y metiendo sus manos en el bolso de forma frenética consiguió los récipes que había fotocopiado para seguir con su medicación, puesto que el tiempo para ello sería de dos años.

            Caminó toda la noche buscando una pensión o algo para alojarse, esa primera noche le resultó extraña, la sensación de libertad solo fue onírica.

            Mariana Quijano



Miguel James

            31 de diciembre de 2007 día en el que Miguel James se escapó del manicomio, estaba allí por su enfermedad mental, se encontraba ansioso buscando la manera de escapar de ese lugar.

Después de dos semanas de investigación, notó que cerca de su habitación había una tubería de calefacción y en los recesos pensaba en cómo escapar, el único obstáculo eran los ventiladores dando vueltas, pero por suerte una noche de tormenta eléctrica afectó la energía del manicomio y aprovechó para escaparse.

Salió del lugar cayendo en un patio, ya que la salida era alta, caminó hasta la carretera y pidió un aventón hacia cualquier lugar que lo alejara de allí. Pasadas las horas su destino fue el centro de la ciudad de Miranda y solo fue a un lugar específico. Esa noche se topó con una anciana creyente y humilde, ella le preguntó:

—¿Qué tienes? Estás como nervioso.

—Vengo de un lugar horrible, me escapé puesto que ya no quería estar allí— respondió Miguel.

La anciana le dio trabajo, comida, techo y enseñanzas, posteriormente se recuperó y empezó a escribir lo que había vivido, usando su experiencia y errores por los que tuvo que pasar como forma de evolucionar.

Miguel Guzmán.



 

Quiero poder escribir sin temer que las hojas se quemen o se acabe la tinta del bolígrafo.

Poder encender la radio sin temerle a las 6 de la tarde.

Poder leer sin que se acaben las hojas.

Quiero poder aprender sin tener que olvidar.

Poder soñar sin que se apaguen las estrellas, sembrar sin que se marchite el cielo.

Leonela Peña.